La música de Aladdin cobró vida como nunca antes: flauta y arpa resonaron entre los muros de un monasterio medieval, envolviendo al público en una atmósfera mágica y atemporal.
Una experiencia sonora y visual única que solo puede vivirse en un lugar como el Jardín Botánico de Santa Catalina. Un auténtico lujo entre historia, naturaleza y emoción.